Algo de Don Bosco

Don Bosco, una escuela en la formación
Kennedy Delgado Sánchez sdb



Don Bosco causó malestares y claro, beneficios en la sociedad que le vio desempeñarse, no era lo usual que un cura le hablara a un jovencillo o que los pastores les tomaran como alguien de importancia. Don Bosco llegó en el siglo XIX, es decir, del 1815 al 1888, para ayudar a que la Iglesia despertara un poco, como lo han hecho en otros tiempos hombres y mujeres.

Don Bosco acudió con los necesitados, con los dolidos y apresados, tanto en la cárcel como en los lugares de trabajo forzado. Don Bosco fue pionero de los contratos de trabajo para menores. Don Bosco fue un as en la imprenta y en hacer santos a los muchachos.

¿Por qué digo que Don Bosco es una escuela de formación? Valdocco, el primer oratorio, la primera obra salesiana se ocupó de formar en todos los aspectos a la gente que iba ahí, o sea, a los jóvenes. Don Bosco sabía que si no había alimento y cariño, lo básico para vivir, el joven podía delinquir, extraviarse.

Don Bosco abre su casa y comienza este padre a ser padre de muchos chicos. ¿Qué puede hacer un adulto que entra en contacto con Don Bosco? Pues ayudar en la construcción del Reino de Dios. Don Bosco se hizo ayudar de tantas personas, nobles, sacerdotes, jóvenes mismos.

Don Bosco supo que la formación de la persona, del creyente ha de ser integral, esto se me quedó tan grabado en mi mente durante mis estudios en la preparatoria salesiana ¡a más de 150 años del mismo Don Bosco! Tan vivo porque abogar por la gente, por los muchachos, no tiene fecha, ni lengua, ni caducidad.

Se esmeró Don Bosco en brindar los medios factibles para que los chicos crecieran como buenos cristianos y honestos ciudadanos. No desconoció lo que estaba en el mundo y con ello propuso algo tan posible como la santidad, que no descuida la formación integral que congrega los lados de la persona.

Don Bosco no tuvo miedo en confiar en los jóvenes, al contrario, tuvo tanta confianza que con ellos fundó la Congregación y les invitó a un ideal altísimo, a mirar a Dios y a llevar a los demás la luz de Dios.

¡Qué tarea la del formador de los jóvenes! No hablo sólo de los formadores del seminario, también de los papás, de los maestros, de los responsables de proyectos y servicios para los jóvenes. No basta mirar y hacer como que moldeo, hay que ir al corazón de la persona y recordar que cada uno es prado sagrado del Señor. Don Bosco lo sabía.

Es Don Bosco una escuela de formación pues llegó a conocer el interior de la gente, de sus queridos jóvenes.

Que la intrepidez, pasión, lucidez, fe, esperanza y caridad de Don Bosco acompañe a aquellos que nos dedicamos a los muchachos y muchachas. No hay pretextos, está la invitación: formemos personas, seres humanos, no consumidores, no hijos del placer, no seres aislados, no seres indiferentes, formemos personas, como lo hizo Don Bosco.

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