Un poco de lo que dice Unamuno acerca de Dios
1.5 Noción de Dios
Este problema de la existencia de Dios, problema racionalmente insoluble, no es en el fondo sino el problema de la conciencia de la ex-sistencia y no de la in-sistencia de la conciencia, el problema mismo de la existencia sustancial del alma, el problema en sí de la perpetuidad del alma humana, el problema de la finalidad humana del universo.
Creer en un Dios vivo y personal, en una conciencia eterna y universal que conoce y quiere, es creer que el universo existe para el hombre.
Es el tema de Dios, de lo divino uno de los tópicos centrales en la propuesta de Unamuno. El hombre quiere identificarse con un alto grado de posibilidad, y lo puede hacer poniendo frente a sí algo que le supere, la Divinidad.
El concepto de Dios es el perpetuo sentimiento de eternidad en el hombre. La noción de Dios es para Unamuno aquél máximus que el hombre puede alcanzar. Y dice el autor
Dios, que es el Amor, el Padre del Amor, es hijo del amor en nosotros. Hay hombres ligeros y exteriores, esclavos de la razón que no exterioriza, que creen haber dicho algo que nos exterioriza, que creen haber dicho algo con decir que lejos de haber hecho Dios al hombre a su imagen y semejanza, se hace sus dioses o su Dios, sin reparar los muy livianos, que si esto segundo es, como realmente es, así se debe a que no es menos verdad lo primero. Dios y el hombre se hacen mutuamente. En efecto, Dios se hace o se revela en el hombre, y el hombre se hace en Dios. Dios se hizo a sí mismo y podemos decir que se está haciendo, y en el hombre y por el hombre. Y si cada cual de nosotros, en el empuje de Dios a su medida, y a su medida se hace Dios para él, hay un Dios colectivo, social, humano, resultante de las imaginaciones todas humanas que le imaginan. Porque Dios es y se revela en la colectividad. Y es Dios la más rica y más personal concepción humana.
A pesar de que Don Miguel fue bautizado en la fe católica, a lo largo de su vida fue cuestionando, cayó en oscuridades y alboradas, criticó y hacía en vida propia purificatorium de su ser y esto mucho dependió de su vida personal. El cree en un Ser Supremo, en el dador de la vida y que se constituye como el Orden por excelencia.
Es en la obra Agonía del cristianismo, donde se aprecia el origen y camino del cristianismo, justo se acepta como creyente y ve en la agonía primigenia del cristianismo, aquella que manifiesta la perspectiva de un Dios cercano, sintiente, en la perpetua agonía de Cristo, donde él como hombre, como ser, encuentra su fe, habiendo paz en la guerra o la guerra en la paz
No sabrá nunca la diferencia que hay de creer en Dios a creer a Dios. Se puede decir que Unamuno tiene algunos elementos de panteísmo, sin embargo esto le permite mirar la benignidad del Ser al que confluyen el resto de los seres. Concibe luego entonces a Dios como la fuerza infinita, Dios es el gran Todo al cual vuelven las partes. Justamente es de Dios del que procede el inmortal origen, el anhelo de inmortalidad, esa aspiración a vivir, esa aspiración a no morir.
Una de las mayores virtudes de Unamuno es que no intentar definir a Dios puesto que eso sería colocarle límites y es, ese plano, irremediablemente algo que no tiene límites. Lo que llega a decir son aproximaciones para entender un poco, en la medida de lo posible, esa figura Divina. Por lo mismo que es inacabable la definición de Dios, Unamuno se aventura a referir que <>
Piensa en Dios como la “Conciencia total”, conciencia absoluta, y es el dolor el camino mediante el cual puede el hombre llegar a tomar conciencia de sí, para que tenga la capacidad de relacionarse con ese Dios, e ir hacia la conciencia total.
“Es Dios el Ser más sufridor, capaz de absorber el dolor de los demás seres.” He aquí uno de los puntos más “humanos” de la idea de Dios que presenta Unamuno. Y cabe, ya que Dios es el conjunto de las ideas que los hombres tienen acerca del yo, es el Yo colectivo. Dice:
La fe en Dios nace del amor a Dios, creemos que existe por querer que exista, y nace acaso también del amor de Dios a nosotros.
La idea de Dios en Unamuno no es sencilla de abordar. Se puede establecer que Don Miguel escribe acerca de Dios e intenta ver en esa idea la sublimación del concepto del hombre.
Desde una postura ecléctica Don Miguel asume los rasgos característicos que cree conveniente del Dios que le ha presentado la tradición y del dios de los filósofos. Se perfila como un mediador acerca de la figura de Dios, pues coge nociones desde la religión pero no se queda ahí, espera que el filtro de la razón purifique tal imagen; sentencia
Y tal es el Dios del amor, sin que sirva el que nos pregunten cómo sea, sino que cada cual consulte su corazón y deje a su fantasía que se lo pinte en las lontananzas del Universo, mirándole por sus millones de ojos, que son los luceros del cielo de la noche. Ése en que crees, lector, ése es tu Dios, el que ha vivido contigo en ti, y nació contigo y fue niño cuando eras tú niño, y fue haciéndose hombre según tú te hacías hombre, y que se te disipa cuando te disipas y que es tu principio de continuidad en la vida espiritual, porque es el principio de solidaridad entre los hombres todos y en cada hombre, y de los hombres con el Universo y que es como tú, persona. Y si crees en Dios, Dios cree en ti, y creyendo en ti te crea de continuo. Porque tú no eres en el fondo sino la idea que de ti tiene Dios; pero una idea viva, como de Dios vivo y consciente de sí, como de Dios Conciencia y fuera de lo que eres en la sociedad no eres nada.
Este problema de la existencia de Dios, problema racionalmente insoluble, no es en el fondo sino el problema de la conciencia de la ex-sistencia y no de la in-sistencia de la conciencia, el problema mismo de la existencia sustancial del alma, el problema en sí de la perpetuidad del alma humana, el problema de la finalidad humana del universo.
Creer en un Dios vivo y personal, en una conciencia eterna y universal que conoce y quiere, es creer que el universo existe para el hombre.
Es el tema de Dios, de lo divino uno de los tópicos centrales en la propuesta de Unamuno. El hombre quiere identificarse con un alto grado de posibilidad, y lo puede hacer poniendo frente a sí algo que le supere, la Divinidad.
El concepto de Dios es el perpetuo sentimiento de eternidad en el hombre. La noción de Dios es para Unamuno aquél máximus que el hombre puede alcanzar. Y dice el autor
Dios, que es el Amor, el Padre del Amor, es hijo del amor en nosotros. Hay hombres ligeros y exteriores, esclavos de la razón que no exterioriza, que creen haber dicho algo que nos exterioriza, que creen haber dicho algo con decir que lejos de haber hecho Dios al hombre a su imagen y semejanza, se hace sus dioses o su Dios, sin reparar los muy livianos, que si esto segundo es, como realmente es, así se debe a que no es menos verdad lo primero. Dios y el hombre se hacen mutuamente. En efecto, Dios se hace o se revela en el hombre, y el hombre se hace en Dios. Dios se hizo a sí mismo y podemos decir que se está haciendo, y en el hombre y por el hombre. Y si cada cual de nosotros, en el empuje de Dios a su medida, y a su medida se hace Dios para él, hay un Dios colectivo, social, humano, resultante de las imaginaciones todas humanas que le imaginan. Porque Dios es y se revela en la colectividad. Y es Dios la más rica y más personal concepción humana.
A pesar de que Don Miguel fue bautizado en la fe católica, a lo largo de su vida fue cuestionando, cayó en oscuridades y alboradas, criticó y hacía en vida propia purificatorium de su ser y esto mucho dependió de su vida personal. El cree en un Ser Supremo, en el dador de la vida y que se constituye como el Orden por excelencia.
Es en la obra Agonía del cristianismo, donde se aprecia el origen y camino del cristianismo, justo se acepta como creyente y ve en la agonía primigenia del cristianismo, aquella que manifiesta la perspectiva de un Dios cercano, sintiente, en la perpetua agonía de Cristo, donde él como hombre, como ser, encuentra su fe, habiendo paz en la guerra o la guerra en la paz
No sabrá nunca la diferencia que hay de creer en Dios a creer a Dios. Se puede decir que Unamuno tiene algunos elementos de panteísmo, sin embargo esto le permite mirar la benignidad del Ser al que confluyen el resto de los seres. Concibe luego entonces a Dios como la fuerza infinita, Dios es el gran Todo al cual vuelven las partes. Justamente es de Dios del que procede el inmortal origen, el anhelo de inmortalidad, esa aspiración a vivir, esa aspiración a no morir.
Una de las mayores virtudes de Unamuno es que no intentar definir a Dios puesto que eso sería colocarle límites y es, ese plano, irremediablemente algo que no tiene límites. Lo que llega a decir son aproximaciones para entender un poco, en la medida de lo posible, esa figura Divina. Por lo mismo que es inacabable la definición de Dios, Unamuno se aventura a referir que <
Piensa en Dios como la “Conciencia total”, conciencia absoluta, y es el dolor el camino mediante el cual puede el hombre llegar a tomar conciencia de sí, para que tenga la capacidad de relacionarse con ese Dios, e ir hacia la conciencia total.
“Es Dios el Ser más sufridor, capaz de absorber el dolor de los demás seres.” He aquí uno de los puntos más “humanos” de la idea de Dios que presenta Unamuno. Y cabe, ya que Dios es el conjunto de las ideas que los hombres tienen acerca del yo, es el Yo colectivo. Dice:
La fe en Dios nace del amor a Dios, creemos que existe por querer que exista, y nace acaso también del amor de Dios a nosotros.
La idea de Dios en Unamuno no es sencilla de abordar. Se puede establecer que Don Miguel escribe acerca de Dios e intenta ver en esa idea la sublimación del concepto del hombre.
Desde una postura ecléctica Don Miguel asume los rasgos característicos que cree conveniente del Dios que le ha presentado la tradición y del dios de los filósofos. Se perfila como un mediador acerca de la figura de Dios, pues coge nociones desde la religión pero no se queda ahí, espera que el filtro de la razón purifique tal imagen; sentencia
Y tal es el Dios del amor, sin que sirva el que nos pregunten cómo sea, sino que cada cual consulte su corazón y deje a su fantasía que se lo pinte en las lontananzas del Universo, mirándole por sus millones de ojos, que son los luceros del cielo de la noche. Ése en que crees, lector, ése es tu Dios, el que ha vivido contigo en ti, y nació contigo y fue niño cuando eras tú niño, y fue haciéndose hombre según tú te hacías hombre, y que se te disipa cuando te disipas y que es tu principio de continuidad en la vida espiritual, porque es el principio de solidaridad entre los hombres todos y en cada hombre, y de los hombres con el Universo y que es como tú, persona. Y si crees en Dios, Dios cree en ti, y creyendo en ti te crea de continuo. Porque tú no eres en el fondo sino la idea que de ti tiene Dios; pero una idea viva, como de Dios vivo y consciente de sí, como de Dios Conciencia y fuera de lo que eres en la sociedad no eres nada.
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