Apartado de mi tesis en Filosofía

2.3 El hombre que ama y sufre

Una de las díadas que permiten estudiar al hombre de carne y hueso es la siguiente: amor y sufrimiento. Continuando la apuesta unamúnica, se reflexionará sobre la naturaleza del amor y de qué manera el sufrimiento es la otra cara de esta pasión motora. El sufrimiento es parte irrenunciable para que el hombre sea tal, mientras que el amor es la base del hombre.

Cada hombre es un ser llamado a amar, ¿qué es lo que ama entonces el hombre? Ama la vida, ama su vida. Aunque pareciera que todos los elementos que constituyen a cada hombre le hacen particular, el común designador es que cada hombre ama, a partir de la idea que tiene de amor, o bien, a partir de la falseada noción de amor.

En la novela Abel Sánchez, Unamuno posiciona lo que entiende por amor, un eje temático de su obra. “Admirar es amar y amar es compadecer”. El hombre de carne y hueso siente con los otros hombres de piel y articulaciones. Siguiendo el espíritu filológico del autor, admirar sería observar más allá, clavar los ojos en algo, lo que lleva a un sentido original del hombre. La idea de que admirar es amar, es factible pues en la admiración se consigue acrecentar la visión de la vida. Amar es compadecer en el sentido que, amar, la acción del amante, debe llevar a sentir, a asumir el padecimiento primero propio, y luego el ajeno. Amar es, vivir con el sufrimiento y con él, seguir.

El amor hace posible el cambio. El hombre que no ama está perdido en este mundo colosal. El amor es capaz de transformar el espíritu más atormentado. Sólo el amor puede provocar metamorfosis profunda, verídica:

Es el amor lo más trágico que en mundo y en la vida hay; es el amor hijo del engaño y padre del desengaño; es el amor el consuelo en el desconsuelo, es la única medicina contra la muerte, siendo como es de ella hermana.

El hombre para que sea verdaderamente hombre debe sufrir, en cada hombre entonces, es fuerza el sufrir. Sólo en el sufrimiento tiene sentido la existencia, pero entendiendo al sufrimiento como posibilidad de hacerse justamente muy humanos, realmente hombre, realmente mujer. Es el sufrimiento la situación que marca, que deja huella en cada persona, ello le hace sentir y vivir real y plenamente. Padecer es carácter elemental del hombre.

En la obra de San Manuel Bueno, mártir, el autor delega en el personaje principal uno de los puntos antropológicos de su tesis: el sufrimiento. El protagonista vive errante, con una carga sufriente pues él no tiene aspiraciones en la vida, anda sin sentido, empero, su función en el poblado, el dar un lugar más sereno para vivir, ser un puente para que cada hombre y mujer de su villa sea mejor persona, va configurándose en el sentido también de la existencia personal. Su sacrificio va dándole a la vez el sentido a su presencia. Cada hombre entonces, al padecer encuentra sentido, se sabe con la potestad de enfocar el suplicio hacia un para qué, la trascendencia.

Unamuno en la obra Abel Sánchez, pone el odio hacia otra persona como el polo contrario del amor, distinto de desearle el bien; este planteamiento provoca sufrimiento y ello causa malestar al individuo y a los que lo rodean. El hombre es un desgraciado, ello significa, que el hombre es un ser falto de gracia, un ser que sufre, que padece.

Al hablar Unamuno acerca del odio, considera que también puede ser dicha emoción el motor de la conducta humana; sin embargo, los resultados de actos movidos por la furia, a la larga, no sitúan en libertad al hombre.

El sufrimiento en cada hombre, dice Unamuno se produce tanto de manera interna como externa a la persona. En el primer caso, de manera interna, se gesta a partir de cada individuo, en los ámbitos personales e íntimos, mientras que el segundo caso, de manera externa, se da gracias a los demás hombres y lo que implica la relación con ellos. Escribe Don Miguel:

El que sufre vive, y el que vive sufriendo ama y espera, aunque a la puerta de su mansión le pongan el “dejad toda esperanza” y es mejor vivir en el dolor que no dejar de ser en paz

Pareciera que el sufrimiento provoca en el hombre un estadio de fricción necesario para la búsqueda, para admirar la vida, valorarla y asumirla. Sigue diciendo el autor que es el desenfrenado amor a la vida, el amor que la quiere inacabable, lo que más suele empujar a la muerte.

La paradoja amor y sufrimiento van en íntima relación. El amor es basamento del hombre y el sufrir es inevitable pasaje en la vida humana. Se sufre la vida en el sentido que se desgasta el hombre; se ama la vida y el hombre tiene que empezar a amarse a sí, para realizar las tareas existenciales.

Un aspecto importante en el discurso antropológico de Unamuno es la compasión. La compasión es la esencia del amor espiritual en el hombre, es el núcleo, móvil que propicia en el humano hacer del sufrimiento puente para llegar al amor, hace soportable el sufrir.

En la obra capital de Unamuno, habla de amor intelectual y amor espiritual. Aquél hace referencia al placer por lograr una alimentación académica o de índole sapiencial, mientras que el amor espiritual hace hincapié en lo que versa con la vida interior, la construcción de la persona hacia lo trascendente.

Es el amor, luego, la fórmula que sostiene y da vida a todo lo demás. Pero incluso este amor es concreto, a una persona, a varias, a la familia, cada hombre a su propia vida, a sus ideales, a lo que emprende y por supuesto, amor a él mismo. Resalta este último tema en diferentes libros y apuesta Unamuno por el amor propio, como paso indispensable para irradiar caridad.

El pensador considera la existencia de una estrecha hermandad dada entre el amor y la muerte, puesto que a la par que nace un afecto amoroso, se siente un deseo de morir. El amor es la respuesta a la vida y ya que la vida concluye con la muerte, cuando menos en el plano material, hay que anotar el ciclo que se da entre vida, amor, muerte y las posibilidades de sus implicaciones.

Julián Marías en un estudio detallado a la obra de Unamuno aborda ampliamente el tema del amor. Habla del amor auténtico. Julián Marías dice que, para el vasco, sentir o experimentar el amor, altera al hombre. Habla de que la persona amada formal es parte de la existencia del que ama, sin ella no se puede entender ya. En el ensayo La tradición eterna, Don Miguel asevera sobre el amor:

¿De qué nos servirá definir el amor sino lo sintiéramos? ¡Cómo se olvida que las cosas son, que tienen entrañas! Cuando oigo la queja de mi prójimo que para el ojo es una forma enchufadora de otras, siento dolor en mis entrañas, y a través del amor, la revelación del ser. A través del amor llegamos a las cosas con nuestro ser propio, no con la mente tan sólo, las hacemos prójimos…

Mediante el amor, mediante el compromiso se da a conocer el ser. Es a partir de la experiencia personal del amor donde se entiende la existencia, donde la vida cobra sentido y se “es parte del ser”, no ya a razón de conceptos o disertaciones metafísicas, que los hay, más bien con motivo de que el ser se da a conocer. El ser se manifiesta en el amor y el amor manifiesta el ser. Justamente, el compromiso es receptáculo del ser.

Luego entonces desde el amor, se puede descubrir el ser, con el ser mismo del hombre se puede dilucidar el ser; se percibe mediante el amor el ser. Así el hombre que no ama no puede realmente conocer lo que se analiza o estudia del ser.

En la obra Nuevo Mundo proclama el autor “Los ideales se realizan o no, están sujetos a tiempo, moriremos sin haber visto la realización del nuestro, pero el amor es de todos los tiempos, está sobre el tiempo, es eterno.” El amor es eterno cuando va consigo un compromiso asumido. Miguel de Unamuno piensa en el amor encarnado de la misma forma que del sujeto concreto, el hombre.

El amor trasciende, hace a la persona plena, es la característica más nítida del hombre de carne y hueso, que vive, que siente. Continúa en la obra el pensador:


Sólo para el amor son una verdadera realidad las cosas; el amor es el único que nos salva del fenómeno trascendental. Para el tiempo que hemos de vivir… ¡vivamos! Hay más que la lógica; hay el amor, el natural impulso. La inteligencia sola no hace más que comprender, es el Amor el único que crea, y cuando aquella concibe es fecundada por éste. El amor a lo concreto, se ama lo concreto bajo razón de concreto; se entiende o conoce lo concreto en abstracción. Amar al prójimo en cuanto individuo de carne y hueso, con el compuesto humano todo, al hombre, no a su espíritu solo, por sus flaquezas y no a pesar de ellas. El perfecto, un ser abstracto.


El amor es un rasgo sine qua non del hombre. El amor provoca al hombre concreto que sienta la vida. El amor verdadero al mismo hombre, lo hace hombre. Si la vida es para asumirla, la respuesta a vivir es el amor. El amor supera incluso a la muerte. El amor lo vive, lo practica, lo asume cada hombre. Justo es esta facultad humana que hace lúcida a la inteligencia.

El amor se ejercita en lo concreto, en el plano tangible, en los demás hombres y mujeres de carne y hueso. No es algo abstracto, se ama a aquello que remite a la certidumbre de existencia. Se ama el hombre, lo que aún no es perfecto, siendo así, el hombre como es.

El hombre ama y sufre. Ama en cuanto a que la existencia le permite dar razón, un para qué y precisamente el amor le da sentido a la vida. El sufrimiento es un paso indispensable, dice Unamuno para que el hombre sea tal. Sólo con el sufrimiento el hombre puede comprender la vida. El amor, como es compromiso implica respuesta, implica concreción, y ello está enlazado con el sufrir. No es fácil la empresa diaria del hombre de carne y hueso, que ama y padece.

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