¿ SERÁ QUE DIOS INTERVIENE EN LA SEXUALIDAD HUMANA?
¿SERÁ QUE DIOS INTERVIENE EN LA SEXUALIDAD HUMANA?
Antes de comenzar a abordar el tema, me parece importante mencionar el trabajo que me ha costado, como creyente y como persona, acercarme al tópico antropológico de la sexualidad y la relación que tiene (creo yo) con la divinidad, o la presencia-manifestación de Dios en ella; sobre todo en nuestra contemporaneidad, donde los seres humanos estamos pasando por una etapa, momento, de erotismo y sensualidad; es decir, que todo aquello en cuanto sensación, lo traemos a flor de piel, ya que los mensajes por los distintos medios de comunicación, ya sea televisión, internet, radio, espectaculares y propaganda, nos han sensibilizado y agudizado a este respecto.
Hoy en día, en comparación de unos 25 o 30 años atrás, quizás un poco menos, la confrontación de la vida en la parte sexual, sensual de los hombres, y no me refiero al género, sino de manera general, las nuevas generaciones tenemos la posibilidad de hablar de manera más libre, abierta sobre el tema; ahora la cantidad de información sobre ello, es exageradamente infinita para poder asimilarla toda de un momento; diferente pues a la información que recibieron nuestros padres y eso nos pone en una posición de mayor conocimiento informático, pero que no garantiza una mejor vivencia de la misma.
Esta sociedad tan erotizada en la que hoy vivimos, nos movemos y somos, ha dejado, creo yo, totalmente en el olvido, la importancia y el valor que tiene la vida sexual o la sexualidad en todo su sentido, reduciendo este elemento constitutivo del ser humano, al sólo ejercicio genitosexual de unos con otros, ya sea de hombres con mujeres, y ahora más de moda, de mujeres con mujeres y hombres con hombres, haciendo que parezca entonces, que esto es un modo de convivencia, sin ningún tipo de implicación con el otro y mucho menos de compromiso, casi como si fuera un atractivo de diversión al cual tenemos derecho y es un tonto o tonta quien no lo ejerce.
La cuestión es entonces: este tipo de llevar la vida sexual, ¿será algo que nos hace ser mejores personas? Según la respuesta dada, nos dará pie para pensar que Dios está o no está presente en el modo de concebir la parte sexual del hombre.
Parece que en nuestros días, sobre todo en este campo, Dios es alguien que no tiene cabida, y que además, ni debería tenerla porque es algo propio del ser humano, no de él; es decir, Dios no tiene nada que ver en esto, pero ¿será posible que así sea? ¿No será más bien, que los hombres nos hemos olvidado de la importancia que tiene el descubrir la presencia de Dios en esta parte tan delicada e importante de la vida de cada persona?
Tratando de no perder el hilo, me preocupa que, algo de lo que en nuestra sociedad hemos ido abanderando, es la prioridad que tiene la vida individual y el bienestar único personal de cada sujeto, sobre el tema comunitario y social, es decir: “con que yo esté bien, que ruede todo lo demás y todos los demás”, lo importante es que yo tenga poder, que tenga placer a costa de los otros sin importar lo que pueda suceder.
Hemos olvidado que somos seres para vivir en unidad, comunión y constante relación, pero como eso ya no se tiene presente, entonces tampoco nos acordamos que Dios es la perfecta unidad, comunión, relación y AMOR, expresados en la Trinidad; Trinidad que es expresión de un prósopon (rostro) de amor que en la vida humana se ha manifestado en dos rostros concretos que se complementan y que ambos expresan el único rostros de Dios, estos dos rostros son el hombre y la mujer, que están llamados a ser relación, no sólo a vivir en relación. Una nota constitutiva del ser humano, es esta, precisamente, la de descubrir e integrar que hemos sido formados para vivir en relación con los demás a imagen de la relación perfecta.
Por eso, decimos que hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios, es más, me atrevo a decir, que el pase a la vida eterna, al cielo, tendrá que ver con las relaciones positivas que supimos construir y cultivar en nuestra vida, relaciones de rostros y nombres concretos; en cambio, la perdición tendrá que ver con la destrucción que hayamos hecho de nuestras relaciones, el no haber construido ni cultivado nada, de tal modo que ante Dios, lleguemos sin nombres ni rostros concretos; porque si Dios es amor y relación, a él lo encontraremos en la relación con los otros.
Pues bien, el hombre y la mujer están llamados a encontrar a Dios en el uno y en el otro, a que juntos expresen el único prósopon divino; y más aún, a que el hombre y la mujer en su relación sexual, descubran que Dios se hace presente, porque el amor se manifiesta de muchas maneras y la relación sexual, es expresión específica y especial de los esposos, pero que no agota al AMOR, donde se entregan mutuamente su ser, no se entregan el cuerpo y el placer solamente, es algo más delicado y trascendente, ya que la intimidad de los esposos, implica entregar todo lo que son, lo que piensan, lo que sienten, lo que dicen, lo que hacen, es decir, se entrega toda la persona; porque si no es así, lo que se hace es una reducción del amor y de la trascendencia del ser humano, a un mero encuentro pasional-carnal de placer que en vez de construir la relación, a la larga, termina por destruirla, y creo que ejemplos sobran.
Por eso es importante, que esta relación del hombre y la mujer han de estar siempre aderezada por el AMOR, de tal modo que cada vez mejore su calidad como personas, y no al contrario, cada vez se desfigure el rostro hasta terminar por ser casi irreconocibles y ya ni rostro humano se tendrá.
En conclusión, decimos que Dios sí interviene y tiene que ver mucho en la vida sexual o en la sexualidad humana, porque es un espacio y elemento nuestro donde Dios está presente y manifiesta su amor por medio y a través de nosotros y claro, para nosotros. Creo también que en la Iglesia hemos de seguir profundizando en este tema tan importante para la vida humana.
Raúl Carranza Suárez sdb.
Antes de comenzar a abordar el tema, me parece importante mencionar el trabajo que me ha costado, como creyente y como persona, acercarme al tópico antropológico de la sexualidad y la relación que tiene (creo yo) con la divinidad, o la presencia-manifestación de Dios en ella; sobre todo en nuestra contemporaneidad, donde los seres humanos estamos pasando por una etapa, momento, de erotismo y sensualidad; es decir, que todo aquello en cuanto sensación, lo traemos a flor de piel, ya que los mensajes por los distintos medios de comunicación, ya sea televisión, internet, radio, espectaculares y propaganda, nos han sensibilizado y agudizado a este respecto.
Hoy en día, en comparación de unos 25 o 30 años atrás, quizás un poco menos, la confrontación de la vida en la parte sexual, sensual de los hombres, y no me refiero al género, sino de manera general, las nuevas generaciones tenemos la posibilidad de hablar de manera más libre, abierta sobre el tema; ahora la cantidad de información sobre ello, es exageradamente infinita para poder asimilarla toda de un momento; diferente pues a la información que recibieron nuestros padres y eso nos pone en una posición de mayor conocimiento informático, pero que no garantiza una mejor vivencia de la misma.
Esta sociedad tan erotizada en la que hoy vivimos, nos movemos y somos, ha dejado, creo yo, totalmente en el olvido, la importancia y el valor que tiene la vida sexual o la sexualidad en todo su sentido, reduciendo este elemento constitutivo del ser humano, al sólo ejercicio genitosexual de unos con otros, ya sea de hombres con mujeres, y ahora más de moda, de mujeres con mujeres y hombres con hombres, haciendo que parezca entonces, que esto es un modo de convivencia, sin ningún tipo de implicación con el otro y mucho menos de compromiso, casi como si fuera un atractivo de diversión al cual tenemos derecho y es un tonto o tonta quien no lo ejerce.
La cuestión es entonces: este tipo de llevar la vida sexual, ¿será algo que nos hace ser mejores personas? Según la respuesta dada, nos dará pie para pensar que Dios está o no está presente en el modo de concebir la parte sexual del hombre.
Parece que en nuestros días, sobre todo en este campo, Dios es alguien que no tiene cabida, y que además, ni debería tenerla porque es algo propio del ser humano, no de él; es decir, Dios no tiene nada que ver en esto, pero ¿será posible que así sea? ¿No será más bien, que los hombres nos hemos olvidado de la importancia que tiene el descubrir la presencia de Dios en esta parte tan delicada e importante de la vida de cada persona?
Tratando de no perder el hilo, me preocupa que, algo de lo que en nuestra sociedad hemos ido abanderando, es la prioridad que tiene la vida individual y el bienestar único personal de cada sujeto, sobre el tema comunitario y social, es decir: “con que yo esté bien, que ruede todo lo demás y todos los demás”, lo importante es que yo tenga poder, que tenga placer a costa de los otros sin importar lo que pueda suceder.
Hemos olvidado que somos seres para vivir en unidad, comunión y constante relación, pero como eso ya no se tiene presente, entonces tampoco nos acordamos que Dios es la perfecta unidad, comunión, relación y AMOR, expresados en la Trinidad; Trinidad que es expresión de un prósopon (rostro) de amor que en la vida humana se ha manifestado en dos rostros concretos que se complementan y que ambos expresan el único rostros de Dios, estos dos rostros son el hombre y la mujer, que están llamados a ser relación, no sólo a vivir en relación. Una nota constitutiva del ser humano, es esta, precisamente, la de descubrir e integrar que hemos sido formados para vivir en relación con los demás a imagen de la relación perfecta.
Por eso, decimos que hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios, es más, me atrevo a decir, que el pase a la vida eterna, al cielo, tendrá que ver con las relaciones positivas que supimos construir y cultivar en nuestra vida, relaciones de rostros y nombres concretos; en cambio, la perdición tendrá que ver con la destrucción que hayamos hecho de nuestras relaciones, el no haber construido ni cultivado nada, de tal modo que ante Dios, lleguemos sin nombres ni rostros concretos; porque si Dios es amor y relación, a él lo encontraremos en la relación con los otros.
Pues bien, el hombre y la mujer están llamados a encontrar a Dios en el uno y en el otro, a que juntos expresen el único prósopon divino; y más aún, a que el hombre y la mujer en su relación sexual, descubran que Dios se hace presente, porque el amor se manifiesta de muchas maneras y la relación sexual, es expresión específica y especial de los esposos, pero que no agota al AMOR, donde se entregan mutuamente su ser, no se entregan el cuerpo y el placer solamente, es algo más delicado y trascendente, ya que la intimidad de los esposos, implica entregar todo lo que son, lo que piensan, lo que sienten, lo que dicen, lo que hacen, es decir, se entrega toda la persona; porque si no es así, lo que se hace es una reducción del amor y de la trascendencia del ser humano, a un mero encuentro pasional-carnal de placer que en vez de construir la relación, a la larga, termina por destruirla, y creo que ejemplos sobran.
Por eso es importante, que esta relación del hombre y la mujer han de estar siempre aderezada por el AMOR, de tal modo que cada vez mejore su calidad como personas, y no al contrario, cada vez se desfigure el rostro hasta terminar por ser casi irreconocibles y ya ni rostro humano se tendrá.
En conclusión, decimos que Dios sí interviene y tiene que ver mucho en la vida sexual o en la sexualidad humana, porque es un espacio y elemento nuestro donde Dios está presente y manifiesta su amor por medio y a través de nosotros y claro, para nosotros. Creo también que en la Iglesia hemos de seguir profundizando en este tema tan importante para la vida humana.
Raúl Carranza Suárez sdb.
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